En relación al oficio de profesor este autor menciona:
"El oficio de profesor tiene que ver con el amor. Con el amor al mundo y con el amor a la infancia, entendiendo esta última como novedad (en el mundo) y como capacidad de comenzar. Tiene que ver con el modo como nosotros, que habitamos el mundo, recibimos a los nuevos, a los que vienen al mundo por nacimiento, a los que (precisamente por su condición de natales) tienen tanto la capacidad de empezar algo nuevo como la capacidad de renovar lo viejo".
Karol G lo expresa hermoso cuando dice que:
Porque en mi mundo
No existe ni los finales tristes ni los finales felices
Pero sí creo en los nuevos comienzos
Y tú no estás ahí, bebé
Los nuevos comienzos es una estrategia que utilizan las especies para librarse de parásitos. El parásito no puede colarse en el nuevo embrión y de esa manera se genera un nuevo comienzo libre de pasajeros indeseados. A veces, los parásitos están en el nido, parte el alma ver a los pollitos infestados de pulgas y garrapatas. Por ese motivo, los pájaros progenitores cambian de nidos con frecuencia. Con su inteligencia se dan cuenta del problema. Cambiar de espacio es una manera de librarse, o de minimizar, el número de parásitos.
Ojo, porque en las sociedades coercitivas utilizan el "cambio de espacio" como estrategia para aislar a los dependientes. Por ejemplo, eres un miembro del Opus Dei que está empezando a dar señales de cansancio. La organización tiene unas necesidades que no concuerdan con la de algunos de esos miembros "quemados". Esa necesidad hace que tenga, como organización, que crecer, crecer, crecer. Perder a un miembro va en contra de ese crecimiento. Por esa razón, se trata de retenerlo a toda costa. Una de las cosas que se hace es cambiarlo de centro.
El kilometraje de las putas
Reproduzco parte del show "Revelation" del cómico Dave Chapelle:
"¿Saben qué es el “kilometraje de una puta”? Claro que no. Es un concepto muy loco. Significa que el proxeneta entiende que la gente puede hacer cierta cantidad de cosas malas antes de volverse loca. Un buen proxeneta detecta el kilometraje de cualquier mujer tan solo con mirarla. “Puede soportar 500 cogidas más”. Ese es su kilometraje. Si supera esa cantidad, se volverá loca. Les hacen lo mismo a ustedes. ¿Por qué creen que la mayoría trabaja de nueve a cinco? Si fuera hasta las seis, podrían morir.
Iceberg Slim es el que explicó qué significa ser la “puta principal”. ¿Alguien sabe qué es? ¿Qué es, señor? Es la mejor de todas las prostitutas. Es la que da más dinero. Así es. Exactamente. ¿Eres negro? Sí, la puta principal es la favorita del proxeneta, hasta lo ayuda a mantener a raya a las demás prostitutas. Lo repetiré. Hasta lo ayuda a mantener a raya a las demás prostitutas. Si McDonald’s fuera el proxeneta, las papas serían la puta principal. El resto de las putas serían los sándwiches de pescado y esas mierdas.
Iceberg analiza algunos de los conceptos más fríamente capitalistas que jamás oí. Describe en detalle cómo los hombres quiebran a las mujeres para que ellas les den el dinero que ganan con la venta de su cuerpo. Aquí hay una historia tan cruda que me hace estremecer. Iceberg intenta doblegar a una mujer que le resulta incontrolable. Le pregunta cómo controlarla a una puta más vieja, y ella le responde: “Es fácil, Iceberg. Lo único que debes hacer es darle con una percha. Luego prepárale un baño y dale unas pastillas. Estará tan agradecida por tu ayuda que olvidará que tú fuiste el hijo de puta que la lastimó en primer lugar”. Ese es un relato muy cruel.
En fin. Al final del libro, Iceberg cuenta otra historia. Es el punto culminante del libro. En esa historia, su puta principal estaba por llegar al final de su kilometraje. Si podía soportar 500 cogidas, iba por la 498. Se notaba que se estaba volviendo loca. Decía cosas como: “Siempre quise trabajar en el circo”. “¿El circo? Se está volviendo loca”. “También sé hacer malabarismos”. “¿Qué?”. Debía dejarla ir. Es difícil dejar ir a una puta principal. No estaba listo. Su organización no podía darse el lujo de perderla, pero ella no lo sabía. No sabía lo importante que era. Así que se reunió con ella en una cafetería. Le dijo: “Escúchame, perra. Debemos separarnos”. “Está bien, desgraciado. No te necesito. Tengo contactos en Ringling Brothers”. “Como digas. Te tengo un último trabajo. De mucho dinero. Haz este último trabajo. Cobramos el dinero y nos despedimos”. “Está bien. ¿Qué quieres que haga?”. “En el hotel de enfrente, hay un tipo que te espera en la habitación siete. Quiero que vayas y te lo cojas. Pero antes, métele esto en su bebida. Se quedará dormido. Cuando se duerma, busca un maletín debajo de la cama y tráemelo. Ese es el trabajo. ¿Puedes hacerlo?”. “Claro que sí. Estoy ansiosa por deshacerme de ti”. Salió corriendo, se subió a un monociclo y cruzó la calle. Iceberg la miró y pensó: “Es muy buena. Si no le hubiera acabado en la cara, quizá ahora trabajaría en el circo”. La puta subió las escaleras y desapareció en la habitación. Estuvo allí dentro durante mucho tiempo, demasiado. Tardó tanto que Iceberg empezó a preocuparse, pero al rato apareció de la nada. “¿Qué ocurre? ¿Y el maletín?”. “No lo conseguí”. “¿Cómo puede ser? ¿Qué te ocurre?”. “Hice todo lo que me dijiste, pero el tipo no se veía bien. Ocurrió algo malo”. “¿A qué te refieres? ¿Le pusiste lo que te di?”. “Sí. Hice lo que me dijiste. Le puse todo en la bebida”. “Espera un minuto. ¿Le pusiste todo el frasco?”. Tuvo que ir a revisar. Entraron juntos en el motel y fueron a la habitación siete. En la cama, sin vida, yacía el blanco que ella debía cogerse. Iceberg dijo: “Tienes razón. No se ve bien. ¿Qué diablos hiciste?”. Entonces, llamó a un amigo médico que estaba cerca. El médico entró, revisó bien al tipo y les dijo lo que era obvio: “Slim, el tipo está muerto”. “Dios mío, papi. Por Dios, ¡no! Lo matamos”. Él le dijo: “Tranquilízate. Nosotros no hicimos nada. Tú mataste a este tipo”. Luego, sacó el maletín de abajo de la cama y lo abrió. Estaba repleto de dinero, más del que jamás habían visto. Iceberg tomó un poco y se lo dio al médico, quien se fue discretamente. “Déjame pensar, perra. Puedo solucionar esto. Sé a quiénes puedo llamar. Pero, si los llamo, les deberé un favor muy grande”. “Por favor, papi. No quiero ir presa”. “Yo tampoco. ¿Podrías callarte?”. Hizo una llamada. Murmuró un rato al teléfono y luego colgó. Ella caminaba de un lado al otro, mientras que él esperaba tranquilo. De repente, se detuvo una camioneta en la puerta. Se bajaron dos hombres con una alfombra. Extendieron la alfombra sobre el piso y arrojaron el cuerpo sobre ella. Enrollaron el cuerpo como un burrito y lo metieron dentro de la camioneta. Cuando volvieron, Iceberg volvió a abrir el maletín, les dio dinero y dijo: “Más tarde los llamaré”. Respondieron: “No. Nosotros te encontraremos”. “Como digan”. Y los hombres se fueron. “Por Dios, papi. Dios mío”. “Tranquilízate, perra. Debemos largarnos de aquí. Baja y busca el auto. Debemos salir separados”. Ella bajó y buscó el auto. Iceberg tomó el maletín, esperó unos minutos, miró por la ventana y bajó con ella. Ambos se subieron al auto y se fueron. Ella estaba destrozada. “Hicimos una cagada…”. “Ya te lo dije. No hicimos nada. Tú lo mataste, y yo me deshice del problema. Ahora compartimos un secreto, ¿sí? Sé que yo no diré nada. ¿Y tú?”. “No, no diré nada”. “No te preocupes. Debes quedarte conmigo hasta que todo se tranquilice”. “Sí. Está bien. Bueno”. Ese fue el engaño.
Así funciona esa mierda. ¿Entendieron? La puta ya no daba más. Había llegado a las 498 cogidas, pero trabajó seis meses más para Iceberg. Debe de haber hecho 200 trabajos más. ¿Lo entienden? Es una porquería. Lo más cruel es que el tipo muerto ni siquiera estaba muerto. Era un amigo de Iceberg que se hizo el dormido. El médico no era tal. Era un carnicero con una bata blanca. Los tipos que llegaron en la camioneta eran de una compañía de mudanzas. Iceberg se había comprado un apartamento nuevo. En cuanto al maletín con dinero, siempre le perteneció a Iceberg. Era el dinero que obtuvo de esas mujeres. Fue un engaño muy cruel. Ese es el manifiesto capitalista de mierda, y por eso me fui a Sudáfrica. Así que ahora compartimos un secreto".
El cómico Dave Chapelle estaba en lo más alto de la fama cuando estábamos en Ann Arbor. De repente desapareció. Recientemente me enteré que se había ido a Sudáfrica. Ha vuelto y está triunfando de nuevo. La decisión de irse del mundo del espectáculo tiene que ver con esta historia que había leído en una autobiografía del chulo de putas Iceberg Slim. Dave estaba empezando a volverse loco. Para evitarlo hizo un "nuevo comienzo". Le funcionó.
El "nuevo comienzo" sirve tanto para la persona que está atrapada, como para las organizaciones coercitivas. A la persona le sirve para evitar una situación que le está desgastando. Para la organizaciones coercitivas les sirve para que del dependiente deje de estar quemado y se entretenga con los arreglos que supone el cambio de centro. Hay un pequeño matiz: cuando es una decisión de la persona normalmente es para bien. Al fin y al cabo, normalmente, las personas sabemos en el fondo lo que queremos. Para la organización, el cambio es solo una estrategia para mantener a esa persona "quemada" un poco más. A veces se logra retenerlo, pero retienes a alguien que está a disgusto, que minimiza su malestar al cambiar su localización, pero no se arregla su "burn out".
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