viernes, 5 de noviembre de 2021

El último de tu especie

 Cuando muere una especie se acaba toda la memoria de esa estirpe. El último bucardo, un tipo de corzo de los Pirineos, se murió el año 2000. Se llamaba Celia. Lo peor de que una especie se extinga es que al cabo de poco tiempo nos acostumbramos a que ya no esté allí. En Barcelona había focas ¿Cómo lo sabemos? por que había peticiones de los marineros a la Guardia Civil de que les disparasen a las focas que le acababan con el pescado. Hoy no hay ni atisbo de focas en la costa catalana. Nadie las hecha de menos

El solitario George: el último galápago de la isla Pinta


Antes de que llegasen los primeros marineros españoles a las Islas Galápagos que ellos llamaron "Las Encantadas", en las islas Fernandina, Floreana, Santa Fe y Pinta había galápagos. En cada una de las islas una especie diferente. Cuando los marineros se dieron cuenta de que podían almacenar galápagos en los barcos, y que aguantaban hasta un año sin comer y beber, decidieron recolectarlos en caso de que una calma chicha los condenase a estar sin moverse durante meses. Posteriormente, cuando llegaron colonos ecuatorianos a las Islas Galápagos se dieron cuenta que de cada galápago podían obtener varios galones de aceite que se utilizaba por aquel entonces en el alumbrado público de Guayaquil. De 300.000 galápagos se pasó a 30.000. Tres de las islas más pequeñas perdieron sus galápagos. En Fernandina, una isla volcánica activa, la caza y los volcanes acabaron con la especie local de galápagos. 

En la Estación de Investigación Charles Darwin de Puerto Ayora, Isla de Santa Cruz se dedica a recolectar huevos de los galápagos para que crezcan en el centro y no sean devorados por cerdos y ratas. Crían a los galapaguitos hasta que tienen el tamaño necesario para que puedan desenvolverse por si mismos en la naturaleza. En la fotografía se observan galápagos adultos. A los 15 años los caparazones comienzan a diferenciarse entre especies. Los galápagos que viven en islas secas tienen la proa del caparazón levantado. Eso les permite a los galápagos estirar el cuello para alcanzar los frutos de las opuntias. 
Opuntia en la Estación Científica Charles Darwin

Los galápagos también tienen una modificación en la parte de abajo del caparazón. Los machos tienen una depresión para poder acoplarse en el momento de la cópula a la hembra
Caparazón ventral del macho
Caparazón ventral de la hembra

La selección natural va esculpiendo en nuestros cuerpos la historia evolutiva de nuestra especie. Cuando se dieron cuenta de que en la isla Pinta quedaba un solo ejemplar, al que se llamó Solitario George, se intentó que dejase descendencia juntándolo con dos galápagas provenientes de Isabela porque se pensaba que eran las más parecidas a él. Cuando se hicieron estudios genéticos se comprobó que las hembras más parecidas a George provenían de San Cristobal y la Española. 

A pesar de los esfuerzos no se consiguió que George se reprodujese. Cuando murió lo disecaron y hoy se muestra en una cámara refrigerada en la Estación Charles Darwin.

Ahora solo aquellos que saben la historia, cuando visitan la isla Pinta pueden sentir a los galápagos recorrer y alimentarse en las islas. Una presencia. George nos enseña que también, de alguna manera, cada uno de nosotros, seremos los últimos de nuestra especie. 

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