lunes, 2 de agosto de 2021

Dos hojas que no pueden morir

 La Welwitschia es una planta que puede llegar a vivir entre 2.000 y 3.000 años. Habita en el desierto más antiguo del mundo: el desierto de Namib situado entre Angola y Namibia. Los africanos le llaman "tweeblaarkanniedood", que significa "dos hojas que no pueden morir".


Uno de los mejores nombres de la historia, junto al matasuegras. Y lo mismo que el matasuegras las hojas de esta planta crecen en la zona del tallo (meristemo) y cuando le va mal, la punta se va marchitando y alimentando a las células más próximas al tallo. Crezco, me encojo. Según la conveniencia
El origen de esta planta tiene que ver con el mismo desierto del Namib. Empezó a ser cada vez más y más seco. Un antepasado de la Welwitschia sufrió una duplicación de sus cromosomas. Esto lo hacen a veces las plantas. No es ni mucho menos exclusivo de esta especie. Para nada. Al tener una copia de cada uno de sus genes, lo que suele ocurrir es que uno de ellos mantiene la función que solía tener y el otro, si muta, poco a poco va dedicándose a otros menesteres. De esta manera, con el doble de genes a esta planta parece que le fue regular, porque el desierto del Namib es un desierto extremo, lo suficiente para crecer cuando había lluvias y autoconsumirse cuando no había ni humedad atmosférica. Un año, otro año, un siglo, dos siglos, un milenio, dos y hasta tres milenios. Un ser vivo que se niega a morir. Su estrategia es resistir hasta un año de bonanza que le permita dedicar un extra de energía a las labores de la reproducción.

Cuando la he visto en los jardines botánicos me imagino su perplejidad. Su estrategia de vive lento y vive para siempre debe de ser extraña rodeada de otras plantas más convencionales. Plantas que cifran toda su existencia a dejar el mayor número de descendencia posible. En el caso de las dos hojas eternas, dejar descendencia es menos importante que resistir en un ambiente duro, pero previsible: hoy calor, mañana igual, y dentro de cien años posiblemente lo mismo.

Los africanos, posiblemente hotentotes o bosquimanos deben de haberse dado cuenta de esta estrategia extraña, de ahí su nombre. Si hay una planta capaz de vivir 3000 años quiere decir que por lo pronto, la vida no descarta el vivir una vida para siempre. Estamos programados para la vida, lo que ocurre es que como especies debemos de reproducirnos para crear versiones distintas a nosotros y necesitamos morirnos para dejarles espacio
Los bosquimanos han debido de crear algún mito acerca de esta planta y su negativa a morirse. Lo que se es que la llaman "otzhi tumbo", un gran maestro. Un pueblo sabio los bosquimanos. Este libro está en mi biblioteca "El corazón del cazador" un libro escrito por un afrikaner que amaba a los bosquimanos. Pueblos que le dedican solo dos horas al día a procurar su sustento. El resto del tiempo es para escuchar y contar historias. La filosofía necesita una cabeza tranquila, libertad, tiempo, capacidad dialéctica y capacidad de escucha. Los bosquimanos son un pueblo capacitado para la sabiduría. 

Aunque en las fotografías parece que tiene varias hojas en realidad tiene solo dos. A simple vista la planta puede parecer que tiene muchas hojas, con el tiempo, pueden romperse en cinturones estrechos y crear el efecto engañoso de que hay muchas hojas en la planta. Crecen de 8 a 15 cm por año. Tienen un tronco de hasta un metro de diámetro que crece hacia abajo, pero no para captar agua porque apenas llueve en el desierto, 25 mm al año. La mayor parte de la humedad que necesita la capta del vapor de agua que llega del desierto y que se condensa por las noches. La atrapa mediante los numerosos estomas que tiene en las hojas. 

Como el Gingo biloba, esta planta no tiene especies próximas. El orden Velvicia incluye solo una familia y un género, que está representado por una sola especie: Welwitschia mirabilis. Es una planta dioica, es decir, hay plantas macho y hembras. Las semillas son aladas para favorecer su dispersión por el desierto en el que los vientos son frecuentes. La polinización también es por el viento. Viento para reproducirse, viento que trae el aire húmedo de la costa. Por eso no se encuentran estas plantas más alla de 100 km desde la orilla del mar.
  

¿Por qué me fascina esta planta? Podría decir por que es única, pero no sería verdad. No puedo decir qué me fascina porque no tengo tiempo para hablar de ella alrededor de un fuego en medio del desierto, como haría un bosquimano. No puedo plantear la pregunta para que alguien de mi familia o de mi clan responda, o al menos me escuche detenidamente, porque nadie escucha. El señor Zuckerberg nos ha robado la atención. Hemos perdido el crepitar del fuego por las pantallas retroiluminadas. Que las hojas de la Welwitschia sean el matasuegras con el que los espíritus de los bosquimanos agiten nuestras conciencias.

Lo que me fascina es pensar que de todas las plantas que hay solo ella haya optado por esta estrategia de supervivencia. Cuando uno triunfa de manera insospechada es porque ha resuelto un problema que nadie ha hecho de una manera nueva. 

Normalmente vemos que estamos emparentados con especies próximas. En el caso de los humanos con nuestros más próximos parientes: los chimpancés, bonobos, gorilas, gibones, orangutanes. 

Cuando un organismo no tiene especies similares lo que nos dice es de un viaje en solitario. La revista Nature ha publicado el porqué de este viaje en solitario.

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