En la película de Frank Capra “Qué bello es vivir” el protagonista, en un momento de zozobra, siente que debe de eliminarse del mundo. Tiene además una excusa y es un seguro de vida que le dejaría a su familia 15000$ en caso de que falleciese. La mayor parte de la duración de la película está dedicada a contar como las frustraciones van modelando la personalidad del protagonista. Los hitos que jalonan su biografía son las sucesivas renuncias a sus sueños. Por lealtad al proyecto de su padre y su lealtad a su comunidad va olvidándose de si mismo. Cuando por un evento desafortunado todo ese proyecto se viene abajo, el protagonista entiende que su vida carece de sentido y se asoma al precipicio del suicidio. El guionista de la película nos muestra como sería la ciudad en la que vive si él no hubiese continuado la labor de su padre, es decir, el impacto que su vida y sus principios han tenido en la comunidad donde vive.
Como si de una
farsa se tratase, la sociedad estadounidense escogió el lucro a fortalecer los
valores de la comunidad. Escogieron seguir el ejemplo de los triunfadores, de aquellos
que tenían éxito en los negocios. Ahora se ven los resultados. Primar las
relaciones es un esfuerzo invisible cuando el relato oficial solo glorifica a
quienes se salen con la suya, a los coleccionistas de experiencias a los
acumuladores de vivencias. Los demás palidecen a su lado. Poner una bombilla, reparar
un grifo que gotea... no hay épica en esos actos. Solo se nota su labor en la
ausencia.
Es importante
tener ingresos, tener un techo, tener la capacidad de ayudar a otros. Si
queremos ascender en la pirámide de Maslow necesitamos tener nuestras
necesidades básicas cubiertas. La acción directa es correcta cuando es
necesaria, pero siempre que se produce una destrucción del tejido social, esos
momentos son muy peligrosos. Es el escenario en donde los desaprensivos tienen
su oportunidad. Una pistola y falta de escrúpulos es lo único que se necesita
para controlar a las personas. El imperio de la ley puede parecer menos épico,
más lento y más injusto... pero cuando hay ley, quizás percibimos que somos
incapaces de sacudirnos las injusticias, pero damos tiempo a que las
interacciones se den, las personas tienen techo, que comer y poco a poco van
saliendo adelante. Cuando la ley se cae, es la ley del más fuerte. José Saramago
lo ejemplificó magistralmente en su “Ensayo sobre la ceguera”.
En la película “¡Qué bello es vivir!” se puede observar la labor de un personaje malévolo, el señor Potter, el avaricioso rico del pueblo. De manera constante e infatigable trata de convencer, primero al padre y luego al hijo, de lo insostenible que es su empresa de préstamos de vivienda porque priorizan a las personas en vez de priorizar el lucro. Eso es insostenible en una sociedad competitiva y ellos, a ojos del señor Potter, son unos idiotas idealistas. Cuando la empresa del protagonista está a punto de desaparecer porque han perdido 8000$ y no cuadran las cuentas y tienen una inspección de hacienda encima, la realidad parece darle la razón al señor Potter. De hecho, el protagonista acude al señor Potter para que le de un préstamo en una acción desesperada. Hay algo simbólico en esa petición desesperada. Es como si, recurriendo al él, estuviese ante un alto tribunal que tuviese la potestad de decidir si merece o no estar en este mundo. La coherencia del relato del señor Potter se convierte en un juez que decide si él merece o no vivir.
El señor Potter ¿Depredador o parásito?
Es pertinente esta pregunta. Un depredador te ve, analiza si te puede vencer y si puede lo hace. El parásito intenta que su hospedador sobreviva el mayor tiempo posible. Existe un estudio de la víctima y todo el procedimiento de parasitismo comienza con la zombificación de la víctima.
Para zombificarla lo primero es quebrar su identidad. Si la víctima antes de caer en las redes del manipulador es
un pez, una vez que es captado se convierte en pescado.
La identidad de una persona se puede quebrar de muchas maneras.
En esta entrada describo tres pero hay infinidad de ellas. El parásito intenta que pierdas el respeto por ti mismo. Hacer sentir que la vida no vale nada es una de las mayores crueldades que se le puede hacer un ser humano. Una frase extraída del libro "Cómo no acabar con todo, Un retrato de la mente suicida" de Clancy Martin dice: "Cuando estoy solo, me doy cuenta de que estoy con la persona que ha intentado matarme".
El señor Potter está dispuesto a pagarle 20.000$ durantes tres años -obviamente al cabo de esos tres años, su empresa de prestamos hipotecarios habría sido liquidada, y a el protagonista le habrían dado una patada en el culo- para rebajar a su competidor a empleado. Potter no está buscando exclusivamente la maximización de beneficios, él quiere dominar el espacio. Para ello tiene que degradarlo.
El depredador tiene un efecto sobre las poblaciones: las depura de los elementos débiles. Los que sobreviven son aquellos capaces de escapar del depredador. Cuando en los ecosistemas desaparecen los grandes depredadores, estos ecosistemas se vuelven menos ricos y diversos. Es una ley de la ecología. Los parásitos vuelven a sus hospedadores una sombra de lo que son cuando no están parasitados. Se dice que los colores del pavo real es una forma de informar a la hembra de que ese macho carece de parásitos. Las personas que sobresalen, que están pletóricas suelen ser aquellos que han resuelto temas pendientes, que de alguna forma se sienten más liberados que el común de los mortales.