El 24 de agosto el año 394 d.C. la vida de Esmet-Akhom estaba en riesgo. El emperador romano de origen hispano, Teodosio el Grande, había dado la orden de cerrar todos los templos de un culto distinto al cristiano. Esmet-Akhom era probablemente el último sacerdote egipcio y también la última persona capaz de leer jeroglíficos. Antes de ser capturado, logró tallar en un muro del templo de File, un mensaje que pasaría a la posteridad:
Figura 1. La inscripción de Esmet-Akhom (también llamada Philae 436) es la última inscripción conocida en jeroglíficos egipcios. Traducción: “ANTE MANDULIS, HIJO DE HORUS, PALABRAS DICHAS POR ESMET-AKHOM, SEGUNDO SACERDOTE PROFETA DE ISIS, PARA QUE VIVA POR SIEMPRE.” Fuente
De esta manera, moría un sistema de escritura que había sido utilizado por los egipcios durante 3600 años. Lo escrito en todos esas tumbas y templos permanecería oculto para la humanidad hasta que un arqueólogo frances Champollion en el siglo XIX logró descifrar este sistema de escritura gracias a la Piedra Rosetta.
Figura 2. Piedra Rosseta. Museo Británico de Londres. Texto superior jeroglíficos, medio demótico egipcio e inferior griego clásico. De Ptolomeo V - The website of the European Space Agency (ESA)
De la melancolía que sentimos ante lo definitivamente perdido se pasó a la euforia más absoluta: todos los arqueólogos querían leer lo que había escrito en esos muros.
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