Gran parte de la obra de este fotógrafo la dedicó a explorar la rabia y la gracia en los rostros de los artistas flamencos.
Se cayó en la calle a las 9 de la noche de un mareo. Nadie lo recogió. A las 6:30 de la mañana un indigente se dio cuenta de que estaba muerto y llamó a una ambulancia.
Al final, es el indigente, el que no tiene nada, el que se molesta en saber si esa persona que está tirada en la calle se encuentra bien. Los demás lo juzgaron y decidieron que no era su problema.
En "Black mirror", en el capítulo "Nosedive" se puede ver como es la persona que menos aceptación social tiene la que exhibe unos valores éticos mayores.
Es esa camionera, que llegó a tener 98 puntos sobre 100 de aceptación social, y que ahora tiene "solo" 1.4, quien le dice a la protagonista que se ha hundido de cabeza y está en la mierda: "Look like you need a ride"
La honestidad de ser antes que la grandeza de aparentar
El director cinematográfico Pier Paolo Pasolini escribió estas líneas:
"Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En construir una identidad capaz de advertir una comunidad de destino, en la que se pueda fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados. En no ser un trepador social, en no pasar sobre el cuerpo de los otros para llegar el primero. Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de prevaricadores falsos y oportunistas, de gente importante, que ocupa el poder, que escamotea el presente, ni qué decir el futuro, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, del llegar a ser. Ante esta antropología del ganador de lejos prefiero al que pierde. Es un ejercicio que me parece bueno y que me reconcilia conmigo mismo. Soy un hombre que prefiere perder más que ganar con maneras injustas y crueles. Grave culpa mía, lo sé. Lo mejor es que tengo la insolencia de defender esta culpa, y considerarla casi una virtud". Pier Paolo Pasolini
Vivimos en un mundo competitivo en el que perder no entra dentro de los parámetros deseables en la sociedad. Hay que ser alguien, destacar, triunfar y dejamos al lado el fracaso, la derrota y el perder. A veces perder es volverse más humanos.
Dado que la escalera social en los últimos años no te lleva hacia arriba sino que te lleva hacia abajo, debemos de pensar en una pedagogía del fracaso. Al fin y al cabo nos vamos a ver enfrentados más frecuentemente a situaciones de fracaso que de éxito. O a situaciones en la que tener éxito en una organización viciada es perder
La ciudad de Toledo está a una hora de Madrid. Es la típica excursión de un día cuando se visita la capital. La visité con mi padre y cuando me mostró el entierro del Conde de Orgaz... supe que el alma existía.
Toledo tiene muchas historias. Incluso historias sobre la represión de las mujeres, que eso si es difícil de encontrar en otros lugares. Conserva el pendón del buque insignia de la flota que derrotó a los turcos en Lepanto. En esta ciudad se tradujo todo el saber latino y griego para occidente que se había conservado en las ciudades del oriente del Mediterráneo traducidas al árabe. En Toledo pasó del árabe al latín de nuevo y al castellano.
Los acentos persisten en el tiempo
Incluso cuando el idioma cambia, el acento permanece. Los indios cuando hablan inglés tienen un acento muy marcado. Los gitanos españoles, que dejaron la India hace varios siglos siguen hablando con el mismo acento que indios que viven en Inglaterra. El acento, el alma y las buenas historias permanecen por que por si solas generan su recuerdo.
El acento permanece en el tiempo porque somos todavía homínidos que se sientan con su prole al final del día frente a la hoguera a contarse historias. Se cuentan las historias que merecen la pena, lo que consideramos esencial. Recordamos y por tanto mantenemos el acento, porque el acento acentúa con las inflexiones de voz aquello que nos emociona, aquello que subrayamos con pasión para que los que vienen detrás lo puedan reconocer. Ahora no tengo la oportunidad de estar frente a una hoguera con mis hijos (que la tendré) pero sirve este espacio para ese propósito.
Lo esencial es invisible a los ojos
Lo esencial es invisible a los ojos es una frase del Principito de Saint-Exupéry. Lo esencial es invisible a los ojos pero lo reconocemos en la memoria. Lo esencial no se acaba cuando termina. Lo esencial se termina cuando ya no hay nada qué recordar. Sustituye la palabra esencial por amor y esta frase también tiene sentido. Fuente
La memoria, el esfuerzo por recordar, es el filtro que tenemos para darnos cuenta qué es lo esencial, qué es lo que realmente nos importa y queremos. La vida es un camino lleno de distracciones, lleno de parásitos que quieren robar nuestra atención nuestro tiempo. Cuando te haces mayor tomas conciencia de que somos un eslabón, un puente entre nuestros padres y nuestros hijos. Junto a nuestras parejas construimos ese momento en el que nos desarrollamos con ayuda de nuestros padres y ayudamos a desarrollarse "os nosos filliños".
La "transmisión" biológica y de valores es una parte muy importante de nuestras vidas. Para eso, no solo tenemos que criar, educar... tenemos que ayudar a que nuestros hijos, nuestros alumnos, sepan distinguir qué es esencial. Y lo esencial va muy unido a la transmisión, a transmitir lo que merece la pena y olvidar el resto.
El séptimo sabio de Grecia nos enseñó que siempre hay sitio para un poquito más
Otro de los regalos que me hizo mi padre fue la historia de los seis sabios de Grecia. Eran tan sabios que consideraban que ya habían llegado al cenit de la sabiduría humana y por ese motivo ya no hablaban. En esto que un joven quiso ser parte del grupo de los sabios y para ello acudió a su presencia. Les explicó cuales eran sus contribuciones al campo del conocimiento humano y que por ese motivo quería ser también considerado uno de ellos. Los sabios lo escucharon y después de escucharlo llenaron un vaso de agua y lo llenaron hasta un punto en el que no cabía ni una sola gota. Humillado el joven abandonó la sala. Días más tarde la solución le vino a la cabeza. Corrió hacia donde estaban los seis sabios y llenó un vaso de agua hasta que ya no cabía una sola gota. Cuando estaba el vaso a punto de rebosar cogió un pétalo de rosa, un pétalo grande y lo puso encima del agua. No se vertió ni una gota. Acababa de demostrar las propiedades de la tensión superficial del agua y también el principio del cálculo diferencial que se basa en que la mayoría de veces los números no son discretos sino que siempre hay sitio para un poquito más. A partir de ese momento el joven fue aceptado y de seis pasaron a ser los siete sabios de Grecia.
La leyenda de los siete sabios de Grecia nos enseña que nadie tiene la posesión absoluta de la verdad, que siempre hay espacios de libertad y donde todos podemos hacer nuestros aportes. Nadie puede decir que la física newtoniana sea falsa, pero hacer creer que es genial y que no habrá física más allá de Newton, eso es lo que es auténticamente perverso.
Si no tienes oído buenas son las manos
Durante 2500 años en Occidente se consideró a Aristóteles el sabio por excelencia. Aristóteles sostuvo que los sordos de nacimiento carecen de ideas morales y de capacidad de pensamiento abstracto y que por ello, aun aquellos que no son realmente mudos, no pueden hablar. Decía “Pueden dar voces, mas no pueden hablar palabra alguna”. San Agustín afirmaba "Aquel que no tiene oído no puede oír, y el que no puede oír jamás podrá entender, y la falta de oído desde el nacimiento impide la entrada de la fe".
En la sura 8, versículos 22 y 23 del Corán dice "Las peores bestias de la tierra ante Alá son los mudos y los sordos, que no entienden nada. Si Alá hubiese visto en ellos alguna buena disposición, les habría dado el oído. Pero si lo tuviesen, se extraviarían y se alejarían de él"
Frente a la exclusión de aquel que no es perfecto, los humanistas buscan la inclusión, el no dejar nadie atrás. Esa es una de las bases de la pedagogía. No excluir del conocimiento. Eso fue lo que motivó a Fray Pedro Ponce a buscar un nuevo lenguaje que pudiese salvar el obstáculo que es el carecer de oído. Lo encontró en las manos y creó un lenguaje de signos que recientemente se ha revelado como un superlenguaje, mejor incluso que el que nosotros utilizamos.
Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar
San Agustín creía en el pecado original. El ser humano nace en pecado y el bautismo lo rescata y lo pone en el camino hacia el señor. En su época vivió Paio, o Pelayo en castellano o Pelagio en griego (que significa aquel que tiene la voluntad de escoger). Para Pelagio, las ideas de San Agustín reducían al hombre al papel de mero autómata.
San Agustín creía en la existencia del pecado original, la necesidad del bautismo en la infancia, la imposibilidad de no cometer pecado si se vive al margen de Cristo y la necesidad de la gracia de este. Esta postura que niega la salvación a quien esté viviendo al margen de Cristo apoya la idea de que la iglesia es la legítima administradora de los sacramentos. Pelagio, sin embargo, interpreta el conocido pasaje de San Pablo (Rom. VII, 15-17) concediendo que el pecado habita en nosotros, pero "como un huésped, como algo extraño", ya que la naturaleza humana "podría no pecar, si quisiera".
El punto de vista de Pelagio es más racional y más ético. No debemos de condenar al que se aparta. El camino, lo que nos hace humanos es ayudarnos los unos a los otros, crear lazos, crear memoria. La falta de memoria nos indica que aquello a lo que le dedicamos tanto tiempo no merecía la pena. El olvido es el necesario veredicto de lo banal, de aquello que vivió con nosotros como un huésped, como algo extraño.
Zeus desapareció, lo mismo ocurrirá con otros dioses que se presumen como perfectos. Zeus desapareció pero no así Platón. Platón permanece entre nosotros por que nos esforzamos en 2022 en recordar sus obras, sus palabras. Y también algo importante. Permanece entre nosotros por que nosotros hemos decidido rescatarlo del olvido. Sus enseñanzas son valiosas para nosotros. Las enseñanzas de un simple mortal. Otras enseñanzas... y estoy pensando en Zeus, Osiris y tantos otros, han sido olvidadas. La excelencia, el ser un dios poderoso, todas esas cosas desparecen si decidimos no recordarlas.
Lo esencial es invisible a los ojos por eso es importante recordar para "ver". No existe el camino, se hace camino al andar.